top of page

Alemania renuncia a ser potencia

Foto del escritor: Esteban RománEsteban Román
Alemania renuncia a ser potencia

Durante décadas hemos visto a Alemania como un país modelo. Disciplinado, estricto, trabajador, avanzado. Y lo es. Pero han cometido tantos errores en los últimos años -sus políticos y sus ciudadanos, porque ellos los votaron-, que podemos decir casi con total certeza, que los mejores años de Alemania ya quedaron atrás. Nunca más será la potencia económica, muchos menos militar, que fue. 


Alemania debe su prosperidad de las últimas tres décadas al gas barato ruso -que ya no tiene-, al mercado chino que recibía sus exportaciones -que ya no le compra como antes-, y a que no tenían que gastar en cosas como seguridad nacional porque creyeron que jamás regresarían las guerras a Europa. Está de sobra decir que se equivocaron. Pero eso sí, se rieron cuando Estados Unidos les advirtió que Putin haría una invasión total de Ucrania. 


Alemania vivió un cuento de hadas que, en gran medida, sus ciudadanos aun se creen. Que pueden abrirle los brazos a los inmigrantes sin importar quiénes son, que pueden gastar en cambio climático porque transitar de combustibles fósiles al poder del sol y el viento es sólo un problema de voluntad y no de viabilidad económica, que pueden sostener un Estado de Bienestar pero sin tener hijos que sostengan la pirámide poblacional sin la cual no funciona ningún modelo económico conocido. 


Ángela Merkel es la principal culpable. Ella es la encarnación de lo que sucede cuando un gobierno se vuelve “woke”, es decir, políticamente correcto por encima de todo. Dejaron entrar a un millón de sirios, sin ningún criterio de admisión. Sólo abrieron las puertas de par en par. Pésima idea. Llegaron hombres, principalmente, sin la preparación suficiente para tomar los trabajos de alta especialización que la industria alemana requiere. 


Merkel apagó las plantas de energía nuclear del país. Su decisión más absurda, totalmente irracional, porque la energía nuclear no sólo es libre de emisión de gases de efecto invernadero -y por lo tanto, necesaria si quieres abandonar los combustibles fósiles-, sino que además es una de las energías más eficientes, estables y confiables que existen. Contrario a lo que creen los activistas climáticos más cabeza dura, la energía nuclear es bastante segura; en promedio muere una sola persona cada 14 años como consecuencia de accidentes relacionados con su manejo. 


Pero claro, la energía nuclear tiene mala prensa, así que Merkel decidió venderle fantasías a su propia población y hacerle creer que Alemania podía, en lugar de energía nuclear y combustibles fósiles, depender por completo de energía solar y eólica, una noción absurda porque en Alemania el sol no brilla como si estuvieran en el desierto, y el viento no sopla como si estuvieran rodeados de acantilados. Ahora quieren transformar su red energética para incorporar hidrógeno, que es también una energía limpia, pero se han dado cuenta que la adopción de una nueva tecnología no se da por decreto si no existe viabilidad técnica, de infraestructura y económica para realizarla a escala masiva.


Y todos estos errores fueron cometidos, mientras Merkel se dejaba engañar por Vladimir Putin, al permitir -apenas meses después de la primera invasión de Rusia a Ucrania en 2014- de instalar Nord Stream 2, un gasoducto que conectaba a Rusia con Alemania y que los hizo aun más dependientes de Rusia, sobre todo luego de haber apagado sus plantas nucleares.


Pese a toda su verborrea acerca de derechos humanos y libertades civiles, Alemania estuvo feliz de recibir el gas barato ruso mientras Putin invadia Georgia y Ucrania. Y no tuvo problema de venderle autos y tecnología a China pese a que, con cada vez mayor frecuencia, ese país se apropiaba de su tecnología y de su propiedad intelectual. 


Ahora, con una Rusia en guerra abierta contra Ucrania, lo cual amenaza a toda Europa, y con una China agresiva y en decadencia -cerrada al consumo de productos occidentales-, Alemania descubre que sí necesitaba gastar en defensa y que sí necesitaba encontrar otros clientes además de las dictaduras de las que se volvió dependiente. 


Y encima de todo esto, Alemania enfrenta una crisis demográfica. La tasa general de fecundidad en Alemania -necesaria para mantener estable la población, con 2.1 hijos por mujer-, está por debajo de esa cifra desde 1970. Se quedan sin jóvenes nacidos en el país. La mitad de su población es mayor de 45 años. El crecimiento de sus habitantes se debe sólo a los inmigrantes desde el año 2000


Y debido a todo esto es que Alemania está en decadencia. Nunca volverá a ser el país fuerte que algún día fue. Es el ejemplo emblemático de lo que hoy es Europa.




42 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page