La revelación de que Ucrania invadió Rusia hizo que muchos prorrusos no creyeran la noticia; otros, sabiendo que es cierta, se crearon la fantasía de que la invasión es parte de una gran estrategia de Vladimir Putin.
El resto del mundo supimos que Rusia no era el segundo mejor Ejército del mundo, desde el momento en que miles de tanques y vehículos artillados se quedaron atascados alrededor de Kiev, la capital ucraniana, al inicio de la guerra, porque sus mandos no les dieron ni el equipo ni las instrucciones necesarias para llegar a la ciudad. Los rusos terminaron retirándose, no por el apoyo occidetal -que en ese momento no había llegado aún- sino por la propia incompetencia rusa y el sorprendente coraje ucraniano.
¿Significa que Ucrania ya ganó? No. Lejos de eso. En la segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética llegó a Berlín antes que Estados Unidos con una estrategia que ahora reviven: lanzar a sus hombres en masa sin importar las bajas. Perdieron en ese entonces 25 millones de vidas entre soldados y civiles; ahora van más de 500 mil. Y todavía tienen muchas vidas y mucha vieja artillería soviética para gastar.
Es una guerra de brutalidad contra inteligencia. Pero el ingenio y el coraje ucranianos no resistirán una guerra de desgaste por muchos años. De una forma u otra, Putin y su élite deben caer, para que Ucrania viva.