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Trump descubre que Putin lo engaña

Foto del escritor: Esteban RománEsteban Román
Putin

Por fin parece que Donald Trump está abriendo los ojos sobre quién es realmente Vladimir Putin y cuáles son las ambiciones últimas de Rusia.


Trump estaba dispuesto a ceder territorio ucraniano a cambio de que pararan su invasión.  Pero como Trump mismo ha dicho, Putin cree que la renuncia de Ucrania a la OTAN y el 20% de su territorio no es suficiente. 


Quizá sus propios generales engañan a Putin al hacerle creer que Rusia está ganando decisivamente, cuando en todo 2024 solo pudieron avanzar 1% del territorio de Ucrania. Ya ha pasado antes. Es una de las desventajas de la dictadura: es fácil aislarse de la información real cuando solo un puñado de personas lleva información al tirano. Llega un punto en que los dictadores se creen su propia propaganda si no mantienen sus pies en el suelo. Pero también está la posibilidad de que Putin esté dispuesto a destruir aún más de su propio país, en la persecución de sus sueños imperiales. Rusia ha perdido cientos de miles de soldados y su economía está cayendo, pero es increíble lo que los rusos pueden soportar. Si Joseph Stalin estuvo dispuesto a sacrificar a 24 millones de personas solo para llegar primero a Berlín en la Segunda Guerra Mundial, Putin creerá que puede disponer de al menos un par de millones de vidas rusas para alcanzar sus objetivos. Otra gran diferencia entre las democracias y las dictaduras, en estas últimas los ciudadanos son meros peones en el ajedrez geopolítico, mientras que las democracias tienen que ver por los intereses de esas personas.


Trump decía que él terminaría la guerra en Ucrania en 24 horas porque se creyó el cuento de que Putin realmente solo quería defenderse de la expansión de la OTAN. Se Está dando cuenta de que ese era solo el pretexto: Putin quiere toda Ucrania, ya sea tomándola por la fuerza o con un gobierno títere como el de Bielorrusia o el de Georgia, porque de esa manera puede acercarse a tener las fronteras de la antigua Unión Soviética, con nudos geográficos por donde es más fácil defenderse de posibles invasiones.


Que sea absurdo pensar en un ejército alemán o francés marchando rumbo a Moscú desde el Oeste, es otra cosa para debatir. Putin, amante como es de la historia de su país, no ve las cosas en términos de probabilidades sino de posiciones de poder. Y en este caso tiene razón en ver que La Paz de los últimos 30 años es una anormalidad histórica. Los cientos de años previos eran de la sobrevivencia del más fuerte, sin leyes ni reglas internacionales que pudieran proteger a los más débiles. Y parece que nos dirigimos de nuevo hacia esa “normalidad”, de esferas de influencia, de imperios, de mercantilismo.


Afortunadamente, en esta transición histórica que vivimos, Trump se está aliando, de momento, a la gente correcta en su gabinete, no a los ineptos como su propio hijo, Don Jr o Tulsi Gabbard, sino a quienes de verdad saben de política exterior, como su asesor de seguridad nacional, Mike Waltz y su secretario de Estado, Marco Rubio. Veremos si eso se mantiene. 


Rusia busca destruir a Estados Unidos. Los sabotea; paga a otros para atacar a sus soldados; planta ciberataques, estorba en todo lo que puede a sus aliados y lleva a cabo una campaña de desinformación -muy exitosa- que engaña incluso a muchos estadounidenses. Si Trump entiende por fin eso, lo que Richard Nixon dijo alguna vez, que Rusia y Estados Unidos jamás podrán ser aliados, entonces podrá neutralizar a Rusia, incluso hacerla colapsar, sin sacrificar a un solo soldado.


Así es como se evita una tercera guerra mundial, haciéndole entender a China y a Rusia que Estados Unidos ya no se dejará engañar por sus falsas promesas de paz a cambio de concesiones. Todo lo que tiene que hacer es aumentar las sanciones al régimen de Putin y mantener su apoyo a Ucrania. 


Es un inicio alentador que intente que la OPEC, el grupo de países exportadores de petróleo, aumente su producción para reducir el precio del hidrocarburo y dejar a Rusia sin dinero. Así es como debe actuar. Puede hacer mucho más que eso. Pero es un inicio. 


Una victoria de Rusia sobre Ucrania dañaría los intereses de Estados Unidos porque haría más fuerte a su rival histórico, uno que nunca dejará de buscar su destrucción. Y en este momento, con las tímidas acciones que Occidente ha tomado en contra de Rusia, Ucrania sigue estando en desventaja, porque tiene muchos menos soldados que su enemigo. El desgaste del tiempo pasa más factura sobre esos pocos soldados ucranianos. Rusia no solo tiene más carne de cañón de su propia gente, sino también de la que le presta Corea del Norte, quien ha enviado al menos 11 mil soldados al frente. 


Del otro lado, en cambio, los países aliados de Ucrania solo donan sus armas sobrantes y  establecen un límite de precio -no una prohibición- sino un límite de precio al gas y petróleo rusos.


Si Trump quiere que Estados Unidos regrese a ser un imperio, como el del Siglo XIX, tendrá que tomarse más en serio las amenazas de los otros aspirantes a imperios: China y Rusia. Y no permitirles nunca hacerse más fuertes.


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