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Termina guerra en Gaza. Pierde Palestina, pierde Israel

Foto del escritor: Esteban RománEsteban Román
Paz en gaza

Después de 15 meses de guerra, por fin, la paz en Gaza parece cercana. No es un hecho porque, aunque Israel y Hamás (la organización que controla Palestina), firmaron un acuerdo de alto al fuego, la paz sólo está prometida si se cumplen muchas condiciones de ambas partes a lo largo de 126 días. Varias cosas podrían salir mal en el camino.


Pero, si todos mantienen su palabra, se llegará al final de esta última etapa de un conflicto que, en realidad, lleva casi 80 años sin terminar.


¿Quién ganó? Ninguno de los dos. El objetivo de Israel era la destrucción total de Hamás. Y ahora, ha tenido que negociar con ese grupo, el responsable de haber masacrado a mil 200 israelíes el 7 de octubre de 2023 y la razón por la cual comenzó esta guerra. Es imposible erradicar a un enemigo que se esconde entre una población civil que los apoya. Sólo un verdadero genocidio podría terminarlos, pero es precisamente debido a que Israel no lo comete, que le fue imposible acabar con ellos. 


Hamás, por su parte, puede creer que ganó porque no fue extinguido. Pronto será el encargado de administrar la ayuda humanitaria de la que Palestina vive y con lo cual se enriquecerán sus líderes. Sin embargo, si algo demostró esta guerra, es que sólo un pequeño grupo de personas en Occidente están dispuestas a hacer algo más que lanzar hashtags y portar keffiyehs en apoyo a los palestinos. Si su causa realmente fuera relevante, como muchos creían, las protestas nunca habrían pasado de moda y los políticos de izquierda que los apoyaron habrían tenido con este tema un impulso electoral en Europa y en América. No fue así, más bien al contrario. La causa palestina fue electoralmente tóxica en países como Estados Unidos y Alemania. 


Si inician otra guerra, el clamor minoritario de que se comete un “genocidio” contra ellos  volverá a caer en tierra infértil. Ya no estamos en los años 90s, cuando los políticos en Estados Unidos ganaban puntos por su pacifismo y cuando Europa tenía una mayor relevancia política internacional.  


Además, Trump quiere dar la apariencia de que él trae la paz al mundo y por eso presionó a Netanyahu, el primer ministro de Israel, para que aceptara exactamente las mismas condiciones que Biden le había ofrecido desde mayo y que no había aceptado. Pero si Hamás vuelve a provocar un conflicto, nadie dentro de Israel ni dentro de Estados Unidos abogará de nuevo por un alto al fuego.


Israel, por su parte, debe tener cuidado. Cada vez más estadounidenses se preguntan por qué tienen que seguir pagando por guerras en Medio Oriente. Eso los incluye, de acuerdo con las encuestas. De hecho, 41% de los estadounidenses consideraba en Septiembre pasado que la ayuda militar a Israel era demasiada. 


Es un cliché decir que nadie gana en las guerras. Pero en esta particularmente, la frase parece tener más sentido, porque las condiciones de fondo que la desataron, siguen sin cambiar: un odio cultivado de generación en generación entre los palestinos contra Israel, un ciego adoctrinamiento que lleva a las madres a celebrar el “martirio” de sus hijos. Y un Estado judío que, harto de lidiar con ellos, cierra cada vez más la puerta a la posibilidad de permitirles tener un país propio. Gaza es el ejemplo perfecto de un callejón sin salida geopolítico.


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