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Foto del escritorEsteban Román

Sin hijos y sin ahorros... el colapso demográfico está aquí

Colapso demográfico

Cada vez más países se han dado cuenta de que no tener hijos es una bomba de tiempo. Ahora sus gobiernos intentan desesperadamente tomar medidas para compensar la pérdida, aumentando la edad de retiro, reformando los sistemas de pensiones, dejando entrar a millones de migrantes, pagando incluso a las parejas para que tengan hijos. Pero nada funciona.  Desde China hasta Francia, desde Japón hasta Alemania. Están desesperados.


¿Pero por qué es tan malo que una sociedad deje de tener hijos? Menos personas, menos bocas que alimentar, menos contaminación, menos problemas, ¿no? Quienes piensan así  desestiman que nunca en la historia de la humanidad una sociedad ha funcionado -se ha podido mantener a sí misma- sin una pirámide poblacional, es decir, una base de jóvenes cuyo trabajo y generación de riqueza mantiene tanto a las nuevas generaciones, como a los de mayor edad, retirados quienes conforman la punta de la estructura, personas que requieren atención médica constante, pensiones, cuidados especiales... servicios muy costosos, que han podido pagarse sólo cuando las personas retiradas son menos que los trabajadores en activo.  


Pero qué pasa cuando la estructura demográfica se invierte. Cuando la pirámide empieza a transformarse en una chimenea y luego en una pirámide invertida. Primero desaparecen poco a poco los niños y nadie se alarma porque el consumo es fuerte, el dinero circula y hay menos bocas que mantener. Con el tiempo, sin embargo, empiezan a escasear los jóvenes también, porque esos niños iban a transformarse en los trabajadores del futuro, los que mantendrían, con su trabajo, las pensiones, los seguros médicos y otros beneficios que SUS potenciales padres -que ya no lo fueron- dieron por hecho. Creían que ellos podrían disfrutar de los mismos beneficios que las anteriores generaciones pero sin tener hijos y sin ahorrar para su propia vejez. Nunca nos cuestionamos que eso sólo funcionaba si había más jóvenes que retirados, porque jamás en la historia ha sido al revés. 


Pero claro, ¿qué político quiere quitar pensiones o aumentar la edad de retiro? Las personas creen que siempre hay de dónde cortar presupuesto para pagar pensiones, pero los gobiernos, que son quienes deben pagar estas facturas, se están dando cuenta de que es imposible, a menos que los propios retirados hayan ahorrado lo suficiente para pagar por su propia manutención. Y claro, para sorpresa de nadie, Latinoamérica no se está preparando. Mientras China aumenta la edad de retiro, mientras Korea aumenta los horarios de trabajo de cinco a seis días a la semana, mientras Francia enfrenta furiosas protestas por retrasar el retiro, en 28 países de América Latina y el Caribe han aumentado o creado sistemas de pensiones no contributivas, es decir, cuando el Estado paga un beneficio en la vejez aun si las personas jamás ahorraron para su retiro.  


Muy popular dar esos beneficios. Pensiones para todos, garantizadas sin importar los ahorros, a personas cada vez más jóvenes. Todos felices. Y tendría mucho sentido económico si esos países escaparan a la tendencia mundial de cada vez menos hijos. Pero no es así. Todos los países del continente americano, y España, enfrentan un colapso demográfico inminente. Algunos están peor que otros, pero en ninguno la pirámide poblacional se mantendrá intacta hacia finales de este siglo. Lo que en este momento pasa en Alemania, en Japón, en Corea. Pasará en México, en Argentina, en Brazil, en Colombia, en Bolivia, en Perú también. Con sólo unas cuantas décadas de diferencia. ¿Todos esos países serán ricos para entonces, como para darse el lujo de dar pensiones gratis con una base de trabajadores más pequeña que los retirados a quienes mantendrá?


China es lo que pasa cuando un país envejece antes de hacerse rico, medido en términos de PIB per cápita. El 2024 será el tercer año consecutivo en que, oficialmente, la población de China se redujo. Dejaron de ser el país más poblado del mundo. Ahora es India el que ocupa esa posición. Ellos mismos reconocen este colapso poblacional y aun así, muy probablemente están mintiendo y la situación es aun peor. Estimaciones independientes como las del profesor Yi Fuxian, uno de los primeros que advirtió el colapso demográfico chino, indican que la situación del país es irreversible, con el menor registro anual de nacimientos de los últimos 250 años. 


Fuxian ha encontrado que los números oficiales de población, no coinciden con los propios datos del gobierno en otros rubros, registros de nacimiento con registros escolares, por ejemplo. Y que, de hecho, la población del país es en realidad 100 millones más pequeña de lo que reportó el último censo. ¿Cual ha sido la reacción del gobierno frente a estas revelaciones? Ocultar los datos. Ya no publicar registros escolares o médicos que investigadores como el doctor Yi Fuxian usan para verificar las cifras oficiales. 


Décadas de una política de hijo único y de una enorme migración del campo a la ciudad, donde los niños ya no son ayuda laboral sino gasto, hicieron que ahora las mujeres en China sólo tengan un hijo en promedio, muy por debajo de los dos hijos que son necesarios para mantener a la población en su mismo nivel. Ahora, 50 años después de empujar a las personas a tener mejos hijos, el país es el que más rápido envejece en el mundo. Para mediados de este siglo tendrá, cuando menos, 30% menos trabajadores de los que tiene actualmente y para 2100 su población total se habrá reducido a más de la mitad. 


Solo por su envejecimiento, sin contar otros problemas, Los analistas más cautelosos, como el economista Michael Pattis, ven una larga crisis de bajo o nulo crecimiento económico en China como Japón ha estado desde los años 80,  porque los trabajadores que se retiran de las fábricas no podrán ser sustituidos por las nuevas generaciones. Otros más aventurados como el analista geopolítico Peter Zeihan creen que China va a desaparecer como Estado en los próximos 10 años, ante la inminente disolución de la etnia han, que es la que domina el país asiático. Incluso los optimistas -quienes más aplaudían a China, con ciertas bases económicas- como Ray Dalio, ya no hablan, como antes, del día en que China rebasará a Estados Unidos como primera potencia mundial, porque saben que ese día nunca llegará. 


Los países hispanoamericanos están perdiendo el tiempo y si no actúan ahora, mañana será muy tarde. Es inevitable. Cada vez más personas han decidido dejar de tener hijos. Ante ese futuro, ¿van a crear Estados de Bienestar para todos los mayores de 60 años? Ni siquiera se sostienen ya esos esquemas en Alemania  o en Francia, ¿cómo es que sí funcionarán en México o en Colombia? ¿Quién va a pagar por esos beneficios? ¿Trabajadores de la construcción de 80 años? ¿Perforadores petroleros de 75? ¿Quién va a  a atrever a tomar esa decisión de ampliar la edad de retiro?


Reducir el número de hijos y aumentar el gasto en pensiones es una bomba de tiempo que garantiza el desastre económico en el largo plazo. Eso es seguro. Y lo sufriremos todos los que sigamos con vida hacia finales de este siglo.



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