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Rusia pierde un general y dos buques petroleros: pruebas de su debilidad

Foto del escritor: Esteban RománEsteban Román
Buque petrolero de Rusia se hunde

El asesinato del general a cargo de las fuerzas nucleares, biológicas y químicas del Ejército ruso y el hundimiento de dos buques petroleros rusos a poca distancia de la costa de Crimea, son las más recientes demostraciones de la incompetencia y el atraso económico y tecnológico de Rusia. Debilidades que Ucrania ha podido explotar no gracias, sino a pesar de Occidente, porque demasiadas personas y políticos en nuestros países todavía creen que Rusia es una potencia global. Y por eso no apoyan lo suficiente los ucranianos.


El Servicio Secreto de Ucrania logró acabar con el general Igor Kirillov en una zona de departamentos de Moscú a sólo seis kilómetros de distancia del Kremlin, la sede presidencial rusa, con un explosivo muy preciso que únicamente impactó al general y a su asistente. Apenas 24 horas antes del ataque, Kirillov había sido designado por el Servicio Secreto de Ucrania, los responsables de este tipo de operaciones, como un objetivo prioritario por haber sido el encargado de usar armas químicas prohibidas por el derecho internacional en contra de los ucranianos. 


De un lado hay civilidad, del otro, brutalidad. Ucrania se ha limitado a este tipo de ataques en suelo ruso. Siempre objetivos militares o logísticos cuando actúa dentro de Rusia. Incluso en la región rusa de Kursk -que Ucrania todavía ocupa hasta hoy cuatro meses después de haber invadido Rusia- los soldados ucranianos han tratado a los locales con el respeto que los rusos jamás tuvieron con las zonas que ocuparon, como Bucha, Kherson, Kharkiv y Zaporizhzhia. Todas las investigaciones internacionales que se han hecho sobre las acciones de soldados rusos y ucranianos han concluido lo mismo: sólo los rusos brutalizan de manera sistemática a los inocentes que se encuentran a su paso. 


Por eso es aún más impresionante que Ucrania no use su capacidad de infiltración en Rusia para devastar a la población civil como su enemigo lo hace. 


Afortunadamente para Ucrania, por sí sola Rusia es capaz de hacerse bastante daño a sí misma. Dos buques petroleros rusos colapsaron en el estrecho de Kerch, que es la zona que conecta al Mar de Azov con el Mar Negro, entre Crimea y Rusia. Los buques cargaban el equivalente a 62 mil barriles de petróleo, en lo que ya es catalogado como uno de los peores desastres ambientales en lo que va de este siglo. 


El desastre es evidencia de la precariedad rusa no sólo porque los buques tenían más de 50 años de antigüedad cada uno, sino porque esos vehículos jamás debieron haberse usado en mar abierto. Ambos, diseñados para cruzar ríos, canales y otros cuerpos de agua interiores. ¿Pero por qué Rusia usaría buques construidos en los años 70 del siglo pasado y que jamás habían navegado en mar abierto para transportar su petróleo? Muy simple, porque no le queda de otra ante las sanciones. 


¿Cómo funcionan las sanciones al petróleo ruso? Hay un límite de precio: Rusia no puede vender crudo a más de 60 dólares por barril, aproximadamente 100 dólares en el caso de productos ya refinados. Y los países occidentales verifican que el precio se respete a través de los propietarios de los buques y de las compañías aseguradoras que emiten un seguro contra accidentes o ataques a esas embarcaciones y sin el cual, los puertos de recepción no aceptarían a los buques entrantes, por que si no, ¿quién les paga a esos puertos en caso de un accidente, como el que acaban de sufrir los navíos rusos?


Ya se que los propagandistas rusos quieren hacernos creer que las sanciones aplicadas por Estados Unidos y otros países de Occidente son una prohibición absoluta contra todo lo que Rusia vende. Pero no es así. Es por eso que tantas personas, entre quienes me incluyo, creemos que las sanciones a Rusia todavía no son suficientes para obligar a ese país a salirse de Ucrania. Y aun así, sí están dañando a la economía rusa. 


Para evadir estas sanciones, Rusia ha recurrido a lo que se ha llamado una “flotilla sombra”, es decir, barcos propios que no necesitan entregar documentación de prueba a ninguna autoridad o empresa occidental. El problema es que, siendo un país empobrecido como es, Rusia necesita recurrir a este tipo de buques porque no tiene ni la capacidad económica ni tecnológica para construir una flota avanzada propia. 


Otra prueba más, de que lo único en lo que Rusia está más avanzado que los países de Occidente, es en propaganda y desinformación. Desafortunadamente, para nuestras endebles democracias y millones de crédulos que viven en ellas, muchas veces eso es suficiente para convencer a los políticos de esos países en que es mejor no “provocar” a Rusia. 


Quienes más conocen a Rusia, porque lo han padecido durante décadas y porque son sus vecinos, ya no le tienen miedo. Son los que más apoyan a Ucrania en porcentaje de su Producto Interno Bruto. Países como Polonia, Suecia, Noruega, Finlandia, Eslovaquia, Latvia, Estonia, Lituania y tantas otras hoy democracias que padecieron el imperialismo ruso, saben que el único lenguaje que la Rusia imperial entiende, es el de la fuerza. Y con los ucranianos dispuestos a poner sus vidas para vencer a Vladimir Putin, lo único que Estados Unidos y Europa tienen que hacer, es mantener o incluso endurecer las sanciones para derribar a ese coloso con pies de barro que es Rusia. Muy pronto sabremos quiénes lo entendieron, quiénes se dejaron engañar por la propaganda y quiénes se vendieron. Este conflicto determinará qué políticos occidentales tienen principios y quiénes se dejan seducir por el oro.


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