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Foto del escritorEsteban Román

¿Qué gana México con Vladimir Putin?

Vladimir Putin
Vladimir Putin es un criminal de guerra a quien México tendría que detener si pisa su territorio

México invitó a Vladimir Putin a la toma de posesión de la presidenta electa Claudia Sheinbaum. No fue la mejor decisión.


Muy probablemente fue un trámite de la Cancillería mexicana que se tomó a la ligera, sin anticipar que causaría tanto revuelo el hecho de que México considere para un evento tan simbólico la presencia de un dictador.

 

En cualquier caso, como miembro de la Corte Penal Internacional, México tiene la obligación de detener al presidente ruso si pisa suelo mexicano, pues fue declarado -desde el año pasado- criminal de guerra por las atrocidades que su gobierno ha cometido en Ucrania.


México no lo detendrá, desde luego, pero el mensaje que su presencia mandaría sería desastroso para los planes económicos de Sheinbaum, cuyo eje es la inversión extranjera que, precisamente, viene huyendo de lugares como Rusia y China. Habría una exigencia desde muchos frentes de hacer un boicot económico a México por haber hecho semejante acto de legitimación hacia un criminal de guerra.

 

Para Putin sería una victoria diplomática. Restregarle en la cara a Estados Unidos que puede pasearse con la presidenta de su vecino. Sin embargo, ¿México qué gana? Ya no estamos en tiempos de la guerra fría, cuando era inteligente no jugar con ningún bando ante la posibilidad de que la otra superpotencia fuera la ganadora. Estados Unidos ganó, se acabó.


Y los lazos comerciales y sociales con México son indisolubles; con 37 millones de personas de origen mexicano viviendo en Estados Unidos. El 70% de todo lo que México exporta se va hacia su vecino del norte.


Ante esa realidad inescapable por nuestra vecindad con Estados Unidos, ¿está dispuesto México a servir a los intereses rusos a cambio de nada?



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