Donald Trump, el presidente electo de Estados Unidos, es impredecible en muchos aspectos, pero hay una constante que no ha cambiado desde 2015 cuando anunció su candidatura presidencial por primera vez: no respeta a los débiles.
Ese fue el gran error de Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, cuando viajó hasta la casa de Donald Trump en Florida en un movimiento que, por sí mismo, independientemente de lo que se conversó ese día, lo mostró como un político débil, dispuesto a arrodillarse ante el presidente de Estados Unidos. Ahora la número dos de su propio gobierno, Chrystia Freeland, renunció acusándolo de manejar mal las amenazas de aranceles de Trump de imponer aranceles contra México y Canadá.
¿Qué son los aranceles? Impuestos a lo que otro país te vende. Y cuando eres un país que, por sí solo, tiene el 30% del poder de consumo de todo el planeta, como es el caso de Estados Unidos, imponer aranceles deja a muchos exportadores con menos ganancias. Y es aun peor para México y Canadá que son totalmente dependientes de su más poderoso vecino: ambos venden aproximadamente el 80% de todas sus exportaciones, a Estados Unidos. Sí, 80%.
Por eso Trudeau se inclinó ante Trump, quien, ante esa señal de debilidad, humilló aun más al primer ministro canadiense llamándolo gobernador del estado de Canadá, insinuando que ese país ya era casi parte de Estados Unidos.
Claudia Sheinbaum, la presidenta de México, ha sido más inteligente. Sabe que enfrentarse abiertamente a Trump tampoco funciona. Los conflictos que los presidentes de Venezuela y China tuvieron con el empresario durante su primera presidencia demuestran que no se puede intimidar públicamente a quien busca, por encima de todo, parecer como alguien fuerte. Y si esa persona es el presidente del país más poderoso del planeta, el cliente con la cartera más grande, siempre tendrá las de ganar en cualquier negociación. Por creer que podían enfrentarse públicamente a la potencia norteamericana, Venezuela se ganó las peores sanciones posibles a su industria petrolera y China sigue perdiendo mercado e inversiones estadounidenses que, hasta antes de la última guerra comercial contra Estados Unidos, creía que no necesitaba... ahora está en una crisis de la que no puede salir.
Sheinbaum sigue la estrategia de su antecesor, López Obrador, de evitar confrontarse con Trump mientras, al mismo tiempo, evita mostrarse débil públicamente. Una maniobra que resultó exitosa hace 5 años para México, porque el tratado comercial que se firmó en ese tiempo resultó en una balanza comercial incluso más favorable para México de la que existía antes de que Trump llegara al poder la primera vez.
Pero no fue sólo discurso. López Obrador se mostró digno en público, mientras que por debajo de la mesa hizo bastantes concesiones a Trump, principalmente, permitir que los solicitantes de asilo en Estados Unidos se quedaran en México esperando la resolución judicial de sus peticiones. En los hechos, México se convirtió en un “tercer país seguro”, que es el tipo de trato que la Unión Europea tiene, por ejemplo, con Turquía para dejar ahí a millones de migrantes provenientes de países como Siria y que buscan llegar a Europa.
Claro que, Turquía ha recibido 11 mil millones de euros a cambio de este servicio mientras que México recibió la amenaza de una guerra comercial. Pero esos detalles son los que no llegan a los noticiarios en México.
En cualquier caso, la estrategia mexicana es la que mejores resultados ha tenido. Con su prensa afín y con sus influencers, el gobierno mexicano vende la narrativa de que ponen a Trump en su lugar. Los errores de Justin Trudeau ayudan bastante a impulsar ese discurso. En privado, sin embargo, cierran la mayor plaza comercial en la Ciudad de México donde vendían productos chinos, piden a los gobernadores no comprar nada que provenga de China, e imponen 35% de aranceles a la entrada de todos los productos textiles que no provengan de países con los que México tiene tratados de libre comercio, es decir, China. La estrategia correcta.
Todavía no llega a la presidencia Donald Trump y México y Canadá ya ofrecen una muy buena lección a los demás países de cómo se negocia con Donald Trump. Claro que, hasta ahora, sólo estamos en el reino de las percepciones. ¿Exigirá Trump a México resultados concretos en tráfico de drogas y entradas de migrantes o se conformará con que ese país haga el esfuerzo y se muestre dispuesto a cooperar con todas sus exigencias? Eso es lo que nadie sabe todavía.
México y Canadá dependen más de Estados Unidos que viceversa. Cualquiera que sepa siquiera los números más básicos de la relación económica entre esos tres países lo sabe. Sin embargo, castigar o incluso separarse de sus más cercanos aliados comerciales, traería alzas de precios y hasta escasez de productos dentro de Estados Unidos. ¿Qué tanto sufrimiento inflacionario cree Trump que los propios estadounidenses están dispuestos a aceptar a cambio de no tener inmigrantes indocumentados? Me temo que mucho. Tengo un video explicando por qué el primer año de Milei en Argentina nos muestra un vistazo de por qué Trump podría aceptar esos riesgos.
En cualquier caso, ni Claudia Sheinbaum ni Justin Trudeau están en posición de ponerse duros. Ambos tendrán que ceder. Pero se puede ceder con cierta dignidad, como lo hace hasta ahora México, o de manera humillante, como decidió hacerlo el gobierno de Canadá. Es apenas la primera batalla de una larga presidencia trumpista para esos dos países.