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Foto del escritorEsteban Román

¿Hasta dónde llegará Trump contra México?

Trump contra México

Donald Trump ya no está en campaña, pero insiste en que a partir de su primer día en la Casa Blanca impondrá nuevos aranceles contra México, China y Canadá. 


Los aranceles son, en los hechos, impuestos, que el gobierno de Estados Unidos, en este caso, planea cobrar por cada ocasion en que un producto mexicano o canadiense cruce la frontera. Termina siendo muy caro porque hay productos, como los automóviles, cuyas piezas van y y vienen a través de la frontera hasta 7 veces, antes de terminar en un auto completamente ensamblado. Una empresa como General Motors tiene plantas tanto en Canadá como en México porque le sale más barato o más eficiente producir componentes  en esos otros dos países y luego moverlos entre Canadá y México para ensamblarlos y, al final, trasladar los autos ya terminados a Estados Unidos para su venta final. Por increíble que parezca, eso es más barato para todas las empresas automotrices que producirlo todo directamente en Estados Unidos. Así funcionan las cadenas de suministro en un mundo globalizado. Minimizar costos para maximizar ganancias. 


Si se aplican aranceles como los que propone Trump, los costos para todas esas empresas que tienen cadenas de suministro en México y Canadá aumentarán y por lo tanto, tendrán que incrementar sus precios y los consumidores estadounidenses serán quienes los paguen. Es una consecuencia inevitable de los aranceles. No hay economista serio que crea lo contrario. Por eso hay quienes creen que todo esto de los aranceles es puro bluf: que Trump conoce las consecuencias y sólo quiere espantar a sus socios comerciales para forzarlos a aceptar sus demandas. Igual que pasó la última vez que amenazó a México y a Canadá. 


El problema es que esas demandas, para México al menos, no son nada fáciles de cumplir: detener el fentanilo y la entrada de migrantes a Estados Unidos es casi imposible mientras sigan existiendo estadounidenses o empresas estadounidenses dispuestas a pagar millones de dólares a cambio esas drogas y de esa mano de obra -barata sí- pero también necesaria para industrias como la construcción o los servicios hospitalarios en Estados Unidos. Lo he dicho antes: es un problema de oferta y demanda. 


Si a eso sumamos deportación masiva. Se vendría sobre Estados Unidos una tormenta económica perfecta para desatar, otra vez, la inflación... Y aun así, Trump podría hacerlo. 


Porque dentro de Estados Unidos se escuchan cada vez más voces dispuestas a aceptar ese precio. La inflación, la escasez, a cambio de detener la migración ilegal. Para los analistas políticos tradicionales y para los políticos en México y Canadá, la apuesta es que Trump no querrá arriesgarse a un aumento de precios generalizado. Pero, como Javier Milei lo está demostrando en Argentina, cuando una población elige a un radical, es porque espera medidas radicales y las consecuencias que esas decisiones pueden traer. 


El sacudida de Milei a los gastos que el gobierno hacía en Argentina ha costado muchos trabajos y una enorme devaluación del peso argentino. Sin embargo, su popularidad se mantiene alta -mejor en este punto de su gestión que los cuatro presidentes anteriores- y se encamina a ganar las próximas elecciones locales, porque la gente percibe que las consecuencias de sus actos eran un costo necesario, a cambio de deshacerse de los males heredados por el peronismo. 


Lo mismo perciben los más apasionados seguidores de Donald Trump. Consideran que la globalización, la migración y los socios comerciales, como México, los han hecho perder trabajos y prosperidad. Trump cree lo mismo y esta en esta ocasión es menos probable que sea detenido, como hace 8 años, por un staff que lo contradice y actúa a sus espaldas. Si Claudia Sheinbum y Justin Trudeau van a la mesa de negociación creyendo que pueden tirar de la soga hasta que Trump acepte la realidad de que el tratado es lo que más le conviene, es porque subestiman que hay un movimiento aislacionista en Estados Unidos, que le encantaría ver roto el tratado de libre comercio de Norteamérica en 2026, que es cuando el acuerdo será renegociado. No sólo no le beneficia a Estados Unidos que eso ocurra, le perjudica. Pero eso podría no detener a los MAGA, como tampoco detuvo a los conservadores que sacaron a Reino Unido de la Unión Europea, pese a que era obvio que el resultado sería ruinoso para su país.


Trump contra México no se terminará sólo con una llamada telefónica. ¿Qué es lo que deben hacer México? Dar la apariencia de que quiere pelear, como lo está haciendo Claudia Sheinbaum, la presidenta. Sí. Pero ojalá, tras bambalinas, esté preparando un paquete muy ambicioso sobre cómo va a detener a los migrantes que vienen de centroamérica y sobre cómo va a cortar sus lazos con China, de donde además viene el fentanilo que procesan los cárteles de la droga. Mientras más dure este pleito, más fuerza cobrarán los aislacionistas en Estados Unidos y, aunque no nos guste, tienen algo de razón en su forma de ver las cosas: el mundo necesita más de Estados Unidos, que Estados unidos, del mundo.  




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